7 poemas de Kenia Martínez Gómez

 


LLORAR POR QUE SÍ

He llorado con los ojos secos y los dientes apretados. He llorado con cada palabra extraviando la mirada en el tiempo, mientras el viento sopla y se lleva las hojas de los árboles muertos. Con el llanto de los niños que distraídos tropiezan y caen en las calles. Con la angustia de las mujeres que esperan que sus hijos vuelvan completos de la guerra. He llorado con la soledad del hombre flaco que pide limosnas en el mercado, sin despertar la misericordia de los transeúntes. He llorado hasta los huesos, con el muerto reciente encontrado en una calle de este pueblo solitario, con su sangre que ensucia el pasto  y tiñe las flores amarillas del camino. Con la impotencia de los desposeídos, que solitarios recorren sus sembrados de muerte. Las lágrimas me van brotando con los atardeceres sin pájaros, con la ausencia de los míos y la triste noche que trae un insomnio lleno de llanto. 

 


SÚPLICA II

 

Sálvame señor de la que llora frente al espejo.

No me dejes ahogar en el suplicio

de la que se arrodilla y pide un poco de misericordia.

Apártame señor de la que se rasga la ropa

y arranca el cabello a escondidas 

para silenciar su locura.

No  dejes que la tentación de lanzarme al vacío

se apodere de mí.

Líbrame señor del mal de mí escepticismo

y no permitas,

nunca permitas

que una noche de estas me encuentre conmigo.

 

 

NUEVOS HABITANTES


Estos nuevos habitantes de los campos

traen semillas de muerte cruzadas en el pecho.

Crucifijos del horror,

espanta niños.

Estos recolectores de sangre

matarifes del destino,

andan como marionetas

espantando la vida de los sembrados.

Arlequines del poderoso

que disfrutan arrojando cadáveres a los ríos.

Traen las botas bien amarradas,

la dictadura en la sangre.

Esta tarde han manchado las flores del campo

han amainado la vida

han apagado el sol.

 


NOSTALGIAS

A William y sus recuerdos

 

Como un viejo álbum desempolvado por el tiempo

va cayendo uno tras otro el roció del recuerdo.

El alar de la casa que anidó pájaros en verano,

el patio sombrío y fresco donde soñaba con ser súper héroe

o simple recolector de atardeceres.

La música trae nostalgia.

Los viejos caminos polvorientos

sucios de vidas pasadas

nos susurran al oído

el amor, el pan.

La alegría que tenía forma de cometa.

Poco a poco se va la vida larga, silenciosa

escurriendo entre las manos.

Sin afanes nos va dejando solitarios

meciendo la ausencia en las viejas mecedoras de la casa.

No estoy preparada para ese olvido

para ese río de nostalgias.

 

 

DIGNIDAD

 

Esta dignidad de papel que se pasea

por los andenes del tiempo

con su vestido blanco y sus tacones de fiesta.

Esta comedia del vino y la hostia

no tocó a mi puerta.

Lo mío fue el exilio

lo pagano.

Mi vela se apagó,

jamás fue bendecida.

Esa forma de excluirme de su reino de incienso y camándula

me ataron a la tierra.

A la mano del hermano

a colocar la otra mejilla

a ser de los que dieron de beber al sediento

y amaron al prójimo como a sí mismo.

 

 

VERDAD SEGÚN JUDAS

 

Mi sacrificio doloroso no me ha redimido.

Soy el proscrito de la historia

el vendedor de salvadores    

el que no supo dimensionar la magnitud de su crimen.

Ahora ante el horror de los nuevos tiempos

comprendo mi transgresión.

Tanta sangre se sigue derramando,

los emisarios de la muerte comercian con el miedo

con la carne que se hizo pan.

Y yo deambulando en la historia

sin poder bajarlo de la cruz

sin poder cobrar los interese de mis tristes

treinta monedas. 

 

 

ORIGEN


En los recovecos de las almas solitarias, en los oscuros socavones de los hombres malvados, anida el miedo. Ellos también conocen el origen del espanto, del monstruo de la niñez que durmió bajos sus camas. Del látigo castigador de un padre malvado. Saben del hambre, del llanto oculto bajo el silencio de la noche. De vez en cuando suspiran frente a la tarde y piensan en la madre muerta. Soñadores de nada, recolectores de humo, fabricantes de espanto. Cortarán las margaritas de este prado, sembrarán semillas de guerra, y otra vez habrá cosecha de almas solitarias, de hombres malvados donde anida el miedo.



Ilustrações: Marcello Domingues Lemos




KENIA MARTÍNEZ GÓMEZ. Nacida en Cereté Córdoba, el 19 de agosto de 1981. Licenciada en español y literatura de la Universidad de Córdoba.  Inició su vida literaria en el Encuentro Nacional e Internacional de Mujeres Poetas a realizar en el municipio de Cereté Córdoba, en el cual ha participado durante varios años, permitiéndole un enriquecimiento y madurez literaria. Fue miembro de grupo de Arte y Literatura el Túnel, de Montería. Ha publicado en el Magazín Cultural del Meridiano de Córdoba. Las antologías del encuentro de mujeres poetas. La antología de mujeres poetas afrocolombianas. Se publicó su libro La Última Canción del Fauno, por la Editorial Zenú, en el año 2013. Además, sus textos aparecen en la Antología Mujeres Poetas del Caribe Colombiano “Como llama que se eleva” (2017), antologador Hernán Vargas Carreño. Su última publicación fue el libro Poemas escogidos, donde comparte espacio con la poeta Hindú Rati Saxena, libro escrito a dos voces y publicado por Ediciones Corazón de Mango, editorial que nace en el marco del Encuentro Nacional e Internacional de Mujeres Poetas. Tiene un libro inédito titulado El Evangelio del Miedo; libro en que manifiesta por medio del texto poético la cara oculta de la guerra en Colombia. Actualmente se desempeña como docente en el departamento de Antioquia.

 

 

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